No bailar no es opción

Marzo 2020. Justo en pleno desarrollo y consolidación de una escena en la que ya veníamos trabajando desde hacía casi una década, llega el maldito virus que lo trastoca todo. Después de unos meses de encierro, de “yomequedoencasa”, de parón casi total a todos los niveles, llega la incertidumbre del futuro. El filósofo alemán Kant ya dijo que la inteligencia del ser humano se mide por la capacidad que tiene de gestionar incertidumbres. Es una manera de decir: sé fuerte, amig@, sé fuerte.

Nuestra propuesta de valor durante todos estos años ha sido convertir nuestras fiestas en verdaderos eventos destino, es decir, no hemos querido nunca ser un mero objeto de usar y tirar, algo del paisaje que sabes que está ahí y ya está… para nada. Nuestra visión siempre fue distinta. Que todo o casi todo el mundo local pudiera disfrutar ofreciendo música y talento (para los que estaban trabajando con nosotros y mostrando todo su arte) y a su vez recibiendo esos beats y shows visuales (para los que apostaban por nosotros y acudían a nuestras citas una y otra vez). Una comunidad, una cadena con muchos eslabones, una forma de vida y disfrute.

Y yo me pregunto… ¿No poder bailar sigue siendo una opción para el presente y el futuro? ¿Es eso lo que hay que tragar por mucho tiempo? Y cuando la cadena de valor de una escena consolidada y en movimiento se rompe… ¿qué hacemos con ella? Porque no sólo estamos unos cuantos detrás del telón, sino que el público, unos tantos más, se queda sin pista para gastar zapatilla y sin música para ni tan siquiera poderla disfrutar luego en casa. Porque sin el live, sin el show en directo, sin el laboratorio de prueba-error que significa una sesión, una fiesta, un evento, una actuación, un concierto, un festival… pues se rompe absolutamente todo, la producción musical, la innovación en el espectáculo y las ganas de aportar.

Septiembre 2020. Sin noticias. Todo son retos por delante, pero nuestro corazón ya partido se queda atrás. Un pedacito de alma se esfuma. Nada es imprescindible. Cierto. Pero bailar no puede ser lo que queramos abandonar. Eso no.