Lo nuevo de La Casa Azul

Nuevos sonidos, nuevos ritmos, nuevos efectos… Nueva música.

Los 128bpm han pasado a la historia, ahora lo que lo peta está entre los 70 y los 100… vamos… que todo es más lento, o más rápido, según se mire.
Por ahí de vez en cuando me llaman para pinchar en discotecas y fiestas para público gay o no. Fiestas gay o no. En los Churros, o no. Y siempre en mi vertiente de dj petarda. El petardeo engloba muchos y variados estilos, prácticamente todos. El petardeo es más la forma en la que se pincha, que los temas en sí. Hoy en día cualquier dj petardo que se precie tiene en su repertorio reggaeton, trap, urban, cumbia, y perretes… Pero me estoy desviando del tema. Sigo:
Adaptarse a los cambios es de sabios. Qué difícil es no mirar con desconfianza lo nuevo, e integrarlos honestamente y todo ese rollo de let it flow, sin volverte un fantoche, conservando tu propia entidad, tu sello, pero sabiendo incorporar los cambios. Qué complicado conseguirlo, pero qué grande cuando se logra.
Lo nuevo de La Casa Azul, a mi humilde entender, ha logrado incluir con una elegancia y fidelidad total a sí mismo muchos de los nuevos sonidos y ritmos del momento. Un gustazo escuchar los ritmos de Ataraxia, que recuerdan a las bases del trap, o los efectos de los coros hiperprocesados que acompañan a Nadie pudo volar. Escuchar estos temas y que entren en resonancia con mis células auditivas, generando un escalofrío por todo el cuerpo es una pasada.
El otro día le preguntaba a Manu: “Nadie pudo volar lo habrá petado, ¿no?”. “Pues no. Apenas se escucha en salas”… Ya soy mayor.

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